lunes, 26 de julio de 2010

El legado de Vicente Nebrada revivió en el Teresa Carreño

Más de una lágrima se vio el sábado por la noche en la primera de las dos galas que pusieron punto final al Festival Viva Nebrada, en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño.

Fue "el encerrón" de la programación, por cuanto ya se había tenido el chance de apreciar parte de la muestra dancística, en las presentaciones que se realizaron en la calle.

Con aproximadamente 90% de las butacas ocupadas en la Sala, a las 8:15 pm se inició la velada con la aparición de Gustavo Dudamel, quien fue recibido con una fuerte ovación, al tiempo que se preparaba para dirigir a la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar.

Se abrió el telón de la Ríos Reyna y una gran pantalla quedó al descubierto, por cuanto la formación estaba en el foso de la Orquesta y no podía ser vista desde todos los ángulos. Una selección de Romeo y Julieta, de Sergei Prokofiev, inició la jornada. Una limpia ejecución de los ya veteranos músicos (en experiencia, porque sus cabezas siguen sin mostrar canas), fue aplaudida de pie por una buena parte del teatro, del que destacó vacía la parte reservada al palco de honor.

Se cerró el telón y el maestro larense se mantuvo atento a la seña, para interpretar en vivo el N° 11 del Opus 3, de Antonio Vivaldi, donde se dieron cita en la danza la escuela Ballet-Arte, Escuela de Ballet Clásico Nina Novak y Escuela Ballet de Las Américas.

Con coreografía de Laura Fiorucci, grandes y chicas se encargaron de preparar el ambiente, con movimientos estilizados, en unos casos más que en otros, pero premiados con fuertes aplausos.
La composición Sensemayá, de Silvestre Revueltas, con coreografía de Walter Castillo, sirvió para que la Escuela Ballet-Arte recibiera muchos aplausos al término.

Las chicas del Ballet clásico de Nina Novak, coreografiadas por Daniel Hahagen, se encargaron de despedir la primera parte bailando la Suite para cuerdas Fuga con Pajarillo, de Aldemaro Romero.

Tras el intermedio, la Bolívar reapareció con las variaciones imperiales de La Polonesa, de Tchaikovsky. El Ballet de las Américas tuvo la responsabilidad del estreno mundial del Danzón N° 2 Utrópico, con coreografía de Brixio Bell, el número más aplaudido de la noche. El público premió a los sincronizados bailarines. Con movimientos en ocasiones demasiado mecánicos, chicas de la escuela de Ballet clásico del estado Lara cerraron con el clásico Bolero, de Maurice Ravel.

La proyección de la imagen de Nebrada, en uno de sus cierres, trajo a todos los bailarines. A ellos se le unieron los músicos, Dudamel, Eloísa Maturén, coreógrafos y representantes de las academias, recibiendo Nina Novak la más fuerte aclamación.

Fuente: Ultimasnoticias.com.ve

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