Las carreteras del estado Guárico se abren al compás de su
gentilicio, pues el aire llanero, los caballos, el horizonte omnipresente y
hasta los numerosos kioscos que exhiben quesos, pescado salado, salsas y la
emblemática carne de chigüire se funden con el paisaje e invitan al visitante a
adentrarse en una travesía tan regia como inolvidable.
En el sur de esas llanuras, específicamente en el municipio San
Jerónimo del Guayabal, en la parroquia del mismo nombre, se encuentra otro de
los núcleos del proyecto Alma Llanera, el cual forma parte de la red de trabajo
orquestal juvenil de música tradicional que impulsa el Sistema de Orquestas y
Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido como El Sistema, el cual se
ha adentrado en el corazón de la región para formar a las nuevas promesas de la
música criolla.
Ataviados con sus trajes de gala los jóvenes que integran el
núcleo dieron una muestra de sus conocimientos musicales, que exhiben con
orgullo, esmero y profesionalismo. Desde los más pequeños hasta los más
crecidos recibieron ovaciones por parte de sus profesores, amigos y
representantes, quienes emocionados aupaban a los pequeños músicos mientras
ejecutaban lo mejor del repertorio de las tonadas llaneras.
Una joven lleva la batuta, cuya cara seria contrastaba con su
carisma a flor de piel, dirige a los jóvenes en sus interpretaciones. Una vez
finalizado el recital agradeció a la asistencia y abrazó a sus pupilos, pues,
con tan solo 23 años de edad, María José Piñate es la directora musical del
núcleo que desde 2010 imparte clases de instrumentos tradicionales a más de 130
niños.
"Esta iniciativa nació con la ayuda de los maestros y
cultores que se integraron a la orquesta. Fuimos a las escuelas, a las radios y
así conformamos esta orquesta. Nos emociona el gran impacto que ha surgido
porque aquí nunca había existido un proyecto de este tipo, mucho menos una
disciplina de estudios musicales", comentó Piñate.
Luego de su formación en diversos centros de enseñanza musical,
María José reflexiona sobre la importancia de incentivar a los jóvenes el amor
por la música. Al relatar su dinámica dentro del núcleo se conmovió y con voz
entrecortada expresó: "esto es lo más grande que me ha pasado en la vida
porque estos muchachos son impresionantes".
Esta visión la comparte la profesora de Canto Coral del núcleo
de El Guayabal, Ana María Villegas, quien agregó que el trabajo ha sido
sostenido y sin ningún tipo de manual de preparación, pues la dinámica se ha
basado en los requerimientos de cada uno de los jóvenes que forma parte de El
Sistema.
"Para mí ha sido muy satisfactorio el trabajo porque nunca
pensé estar dentro de El Sistema. No me siento orgullosa por lo que hago, sino
por lo que puedo lograr que ellos hagan. Todos los días llego y le canto a mis
niños de 5 y 6 años y les pregunto: "Mis niños, ¿qué son ustedes?". Y
ellos me contestan: "¡Grandes artistas!"
Muchos son los padres que también asisten a apoyar a sus
pequeños como la señora Angélica, quien orgullosa destaca los logros de Jesús
Fonseca, su hijo de 10 años, que sin conocimientos previos se ha destacado como
uno de los cuatristas más talentosos del núcleo.
"Yo visualizo a Jesús como un gran profesional con su
carrera universitaria, también como un gran músico. Estoy contenta porque estos
niños se apartan del vicio de la televisión, entre otros. Ellos están creciendo
con responsabilidad y eso los ayudará en su futuro", expresó.
Música como forjadora de futuro
El camino que separa El Guayabal de la ciudad de Calabozo
alberga dos módulos importantes de la red del núcleo del proyecto Alma Llanera
como lo son los sectores de Uverito y La Negra, este último reconocido por la
fama de sus casabes, los cuales ostentan el título de ser los mejores del país.
Allí los jóvenes complementan sus jornadas cotidianas con las
clases de música que imparte el profesor Pedro Galindo, quien relata que
después de tener una baja participación de jóvenes actualmente cuentan con una
matrícula de más de 60 nuevos músicos que se han adherido a las actividades
instrumentales de El Sistema.
"Empezamos con un cuatro y una mandolina. Poco a poco hemos
ido desarrollando la dinámica hasta que los muchachos se fueron entusiasmando
tanto que estamos esperando por más instrumentos para que sigan llegando más
niños al módulo. Eso nos llena de alegría y optimismo porque sabemos que no es
fácil, pero cuando uno, los niños y los padres quieren se logran todas
metas", comentó.
De ese grupo de talentos surgió Joel Ribas, niño de 13 años que
en varias oportunidades se ha alzado con premios de festivales colombianos por
sus ejecuciones con el arpa, reconocimientos que a su padre, Edilio Ribas, lo
embargan de emoción.
"En la casa ninguno ha tocada ningún instrumento. Él llegó
un día y me dijo que iba a meterse en la música. Yo le dije que aprendiera
cuatro, pero él quería arpa. Después empezó a ganar premios y eso alegra mucho
porque uno ha visto el progreso del muchacho. Mi sueño es verlo llegar
lejos", relató.
Una de las experiencias más representativas del proyecto Alma
Llanera fue la inclusión de los estudiantes de la escuela del poblado El
Soroco, ubicada muy cerca del vertedero de basura de Calabozo; es descrito por
los profesores de El Sistema como un lugar hóstil que con la enseñanza musical
ha arrojado resultados satisfactorios en la población más joven.
El director del proyecto Alma Llanera en Calabozo, Miguel
Aguirre, afirmó: "nos hemos involucrado con el día a día y en conocer la
situación de esa forma de vivir. A raíz de eso hemos experimentado un cambio
significativo, la asistencia se hizo mucho más regular, los muchachos se han
involucrado con los instrumentos. Tengo a varios jóvenes que se han destacado y
que los propondré en un futuro como 'monitores', que son los jóvenes más
destacados de El Sistema que luego de aprender sobre música imparten clases a
sus compañeros".
El proyecto imparte las cátedras sinfónicas, así como de
mandolina, cuatro, bandola, arpa y maraca a un grueso importante de estudiantes
de primaria y secundaria.
La aplicación del programa Alma Llanera ha impulsado el
crecimiento de los jóvenes de la región guariqueña con la implementación de
nuevas dinámicas musicales que les permitirán seguir formándose como las
promesas artísticas que mañana elevarán el tricolor patrio a punta de arpa,
cuatro y maraca.
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