viernes, 13 de julio de 2012

Francisco Giffoni: Los juguetes de lógica lo guiaron a la felicidad


Caminando por la Plaza Los Museos, en Caracas, Francisco Giffoni se tropezó con el puesto de un artesano juguetero, tomó con sus manos el triángulo de alambre que estaba lleno de dificultades para intentar solucionar el acertijo que le planteaba aquel rompecabezas, pero al superar el reto persistió el interés y la inquietud por el objeto, compró material y se puso a crear sus propios juguetes.
Venía desanimado de su vida de empresario con empleados a su cargo, incomodo con la corbata y el saco, estresado por la rutina. La meta que se había trazado de hacer dinero y más dinero no le había satisfecho plenamente, así que decidió dar un giro abrupto.
"En un momento de desesperación sentí que estaba haciendo cosas que no me llenaban y le propuse a Mariela (su pareja) hacer algo que realmente nos gustara y nos dedicamos a la juguetería de lógica", apunta.
Así, hace dos años abandonó el mundo de las corbatas y las oficinas, se mudó al mágico pueblo de El Jarillo y montó con su compañera un taller que tiene por nombre Lógica Lúdica. Ahora su reto no es lo monetario sino mantener la felicidad que expresa en su sonrisa y que la conserva refugiado en la artesanía.
"No sabíamos que teníamos esa destreza. Soy habilidoso y no lo sabía, le agradezco a Dios que nos haya encontrado con esta maravilla que se llama juguetería de lógica", contó el artesano.
Esta semana, Giffoni participa en el Encuentro de la lúdica en Caracas, en homenaje a Zobeida, la muñequera, que se realiza en la Plaza El Venezolano. Sobre su puesto tiene las piezas y rompecabezas que los visitantes miran, tocan con interés, con ganas de descubrir sus trucos, unos desesperados, otros más serenos.
"La lógica es la vida. Cada persona se enfrenta al reto de manera distinta, cada quien tiene un punto diferente de enfocar la vida. Tienes dos caminos: o te mortificas y te estresas o sigues el camino y eres feliz. No sé por qué muchos tenemos la manía de tomar el más difícil".
Saca uno de los juguetes de lógica hecho por su compañera: una espada de alambre enredada en dos espirales, el reto es liberar la espada, pero dice que las personas, quizá guiadas por el uso del arma o del falo, se empeñan en usar la punta como una guía y se quedan en ese punto y fracasan. Pero el artesano gira la espada y pasa los espirales por el centro de ella y la espada sale de su encierro.
"Los juguetes de lógica, y sobre todo éste, me han enseñado mucho, a ver cosas que antes no veía, a ver el universo y no quedarme mirando sólo una parte de él".
Confiesa que dedica gran parte de su tiempo a investigar y saca un aro y una cadena para realizar otro truco, suelta el aro entre la cadena y antes que caiga al suelo, como por milagro, la cadena cobra vida y atrapa al aro. Comentó que es un juego medieval y que se fundamenta en la física y la psicología. "Una ciencia exacta y otra no es lo que hace de este juego una maravilla".
En su taller o en su puesto trabaja, sobre todo, con alambre. Toma su pinza y un envase de desodorante vacío o el frasco de un perfume y se pone a crear. En su repertorio tiene unos 80 juguetes, y aunque algunos se parecen a otros siempre busca innovar las formas y tamaños para evitar la monotonía.
"En mi mesa hay juegos con una dificultad del cero al cinco para que sean posible de solucionar en un tiempo corto, pero hay muchísimos. Ahora estamos fusionando el alambre con madera, cuerda y pedrería, con colores atractivos y alegres que hacen del juguete algo también decorativo".
Está feliz, lo dice a cada rato. Lo expresa con su artesanía, con su rostro, con sus palabras. "Ahora soy muy feliz, Mariela y yo somos una pareja que tiene sólo dos años. ¿Me estás entendiendo? Yo renací hace dos años, nosotros renacimos. Eso nos tiene muy felices porque apenas estamos comenzando".
 

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