FUENTE: AFP
Ataviada con pantalón de seda y botas altas con cordones, Madonna ofreció el martes por la noche un concierto privado en el Olympia de París, en el que dio rienda suelta al pop, hip-hop y hasta se atrevió con el heavy metal.
Unas 1.500 personas -oyentes de la emisora NRJ, organizadora del concierto, personalidades y fans bien informados- se apretujaron en la célebre sala de conciertos, cerca de la Ópera Garnier para ver de cerca a su ídolo.
La "Material Girl" irrumpió en el escenario en un fantástico trono negro y oro de chaqué, con pantalón de seda y botas altas con cordones, vestida de negro de los pies a la cabeza, y con una varita de maga en la mano.
"Es realmente un momento único para mí cantar en el mismo escenario que Edith Piaf, Mistinguett, Juliette Gréco o Marlene Dietrich", confió al público la artista, cuyos rizos rubios se apoyaban en sus hombros.
Para este concierto, organizado para el lanzamiento la semana pasada de su undécimo álbum, con influencias hip-hop, titulado Hard Candy, la diva, que cumple 50 años en agosto, jugó con los cambios de registro, entre pop, hip-hop y... heavy metal.
"¿Quién os gusta más? ¿Los Rolling Stones o yo?", preguntó mientras esbozaba con la guitarra un estribillo célebre de los Rolling, antes de interpretar una versión heavy explosiva de su exitazo "Hung Up". "Ah, ya sabía yo que diríais eso", responde a la gente, que aullaba "¡Tú!".
Madonna eligió el Olympia para el segundo de tres conciertos privados organizados para el lanzamiento de su disco, después de Nueva York el 30 de abril y antes de Londres el 11 de mayo.
A pesar de las críticas poco entusiastas, Hard candy -en el que ha contado con la colaboración del norteamericano Justin Timberlake- ya es superventas en todo el mundo.
A pesar de las críticas poco entusiastas, Hard candy -en el que ha contado con la colaboración del norteamericano Justin Timberlake- ya es superventas en todo el mundo.
Madonna aparece como una boxeadora sado-masoquista en la carátula y ella misma explica el título del álbum como una "mezcla de dureza y dulzura", pero su concierto del Olympia no fue precisamente dulce.
Flanqueada por una compañía de bailarines de hip-hop y respaldada por una puesta en escena hábil de pantallas correderas y proyecciones de video, la diva pop trocó pronto su vestimenta de mago por un calzado deportivo y un corpiño sin mangas.
Siguió luego un encadenamiento endiablado de seis títulos: cuatro nuevos, entre los cuales el éxito "Four Minutes", y otros dos aún recientes, "Hung Up" y "Music", con una coreografía sobreexcitada.
En medio del público selecto, también había fans que habían viajado de muy lejos, como Andrew Stewart, de 37 años, que ha asistido a 17 conciertos de Madonna desde 1987 y llegó en avión de Tailandia. "En directo es incomparable", exclamó.
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