Lugar: Buenos Aires (Estadio Vélez Sarsfield) Fecha: 21 de noviembre de 2008.
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Había una infinidad de dudas en el aire. La previa del súper anunciado regreso a Buenos Aires de Queen, ahora en su formato ‘Queen + Paul Rodgers’, estuvo marcada por una mezcla de sensaciones: la vacilación de muchos, la indiferencia de otros, el fervor de los más fanáticos y la nostalgia de todos.Sin dudas, había demasiadas diferencias en esta nueva propuesta, desde que la gran banda británica había pisado suelo argentino por última vez. En aquel entonces era 1981, y este país todavía permanecía bajo el dominio del régimen militar. En ese contexto, y mientras afuera del estadio un arsenal de uniformados custodiaban "la seguridad" general, adentro un siempre histriónico y magnánimo Freddie Mercury meneaba su cadera en el escenario, enfundada en esos inolvidables shorts blancos, tan ajustados, tan liberadores para las miles de almas de ese público argentino aún desacostumbrado a las grandes visitas del rock internacional.
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Veintisiete años después, y aún con dos enormes e irremplazables ausencias en la formación (no sólo falta Freddie sino también el bajo de John Deacon, quien se negó a formar parte de este Queen modelo siglo XXI), en ese mismo estadio volvieron a sonar aquellas mismas canciones. El efecto fue casi tan emotivo y grandioso como el logrado en los años 80, y después de las más dos horas de un show tan elegante como intenso, todas esas dudas iniciales (que en buena medida recaían en la figura del nuevo cantante, el ex Bad Company Paul Rodgers) se habían disipado. El saludo en castellano de Brian May, a esos ‘viejos y nuevos amigos’ de la banda, lo dijo todo. Entre la concurrencia había un interesante surtido de edades, reflejo de aquellos fans de la primera época y de muchos seguidores más actuales.
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Los relojes marcaban las 22 horas cuando la pantalla ubicada como telón de fondo comenzó a dibujar un colorido diagrama del universo, acompañado desde los sonidos por la introducción de “Cosmos Rockin”, el tema que bautiza el nuevo disco de esta formación.Ese fue el preludio para “Hammer to Fall”, que inauguró un set potente y evocador del pasado, siempre con el buen gusto como el mejor antídoto contra cualquier potencial golpe bajo.
Uno a uno, y matizados con varios de los tracks de reciente creación (“C-lebrity”, “Surf’s Up... School’s Out!”, “We Believe”) los mega hits van asomando en la noche y el público ruge, canta, baila y, como puede, seca las lágrimas de sus ojos. “Fat Bottomed Girl”, “Another One Bites the Dust” y “I Want to Break Free” suenan como huellas claras de ese Mercury ausente-presente en este show. También de esa apasionante banda que encarnó como ninguna otra los estrafalarios excesos de los años 70 y comienzos de los 80, ese espíritu libre, floreciente y extravagante. Pero estamos en 2008 ahora, y es Rodgers quien está al frente de los micrófonos, secundado por los consabidos coros y comentarios de May. “Les traigo saludos de Freddie”, dice el guitarrista de los rizos enardecidos, y acto seguido en la pantalla aparece Mercury, el único –afortunadamente- que todavía puede “Love of My Life” y emocionar a miles.
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Después de eso, todo estaba en orden. Los clásicos (“A Kind of Magic”, “Show Must Go On”, “Under Pressure”, “I’m in Love with My Car”, “Radio Ga-Ga”) siguieron ondeando en el aire, Rodgers había complido más que dignamente con su trabajo vocal y Danny Miranda había llevado con precisión su tarea en el bajo. En tanto la dupla veterana del grupo, encarnada por May y Roger Taylor, se llevaba los guiños, el cariño y la complicidad del público.
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El final llegaba con la grandeza de Mercury otra vez sonando en el estadio, esta vez para entonar desde el recuerdo las estrofas de “Bohemian Rhapsody”, y el cierre definitivo con “We Will Rock You” y una elocuente versión de la siempre efectiva “We Are the Champions” –con May enfundado en la camiseta argentina de la selección con el nombre ‘Diego Maradona’ en su espalda. Un gran concierto para una gran banda.
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Fuente: Eluniversal